Centro Cultural Daniel Swanson
"Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles" (Bertolt Brecht)
En enero de este año el Centro Cultural Tlaíxpan cumplió 8 años desde aquella primera vez en las que sus puertas fueron abiertas a la comunidad. Al festejo acudieron alumnos, maestros, colaboradores, simpatizantes, organizaciones, amigos y hermanos que han caminado con nosotros desde entonces. Pero detrás de esos 8 años hubo un proceso de transformación de la conciencia y del corazón para poder entender que nuestra vocación más alta es darnos a los demás. Un puñado de familia nos reuníamos cada semana para hacer lecturas de textos que nos ayudaban a hacer un análisis de la realidad social, económica, política, leíamos poemas, libros, cuentos y por supuesto la Biblia que nos retaba a amar al prójimo con la misma intensidad que nos amamos a nosotros, a preocuparnos por la justicia, la equidad, los valores, el cuidado del indefenso como la tierra que clama compasión y cuidado. Este proceso estuvo acompañado de visitas a las comunidades indígenas de los altos de Chiapas, ya que en una de esas "aventuras para abrir los ojos" la comunidad nos inspiró con su ejemplo de resistencia al sistema dominante, destructor e inhumano, creando alternativas esperanzadoras y creativas y fue entonces que tomamos con decisión el crear un espacio que ofreciera una opción en nuestra comunidad.
...Y hubo un hombre entre nosotros que impulsó este sueño hasta concretarlo en una realidad tocando los corazones de las personas a dar, para reunir los fondos necesarios, uno de esos corazones fue el mío, sus palabras, su entusiasmo, su fe, su manera tan sencilla de vivir y su deseo de compartir impactaron mi vida y decidí contribuir con este sueño que ya era también mi sueño, así que como estudiante que era, no tenía en aquella época un peso partido por la mitad, pero tenía un terruño que mis padres en su generosidad me habían dado en herencia, ese fue el lugar ideal en el que habría de construirse el recinto de la cultura, de la paz, de la esperanza. Muchas personas han pasado por el centro cultural, todos hemos aprendido de todos, todos somos maestros y todos somos alumnos, nos hemos maravillado de la capacidad creadora de nuestras manos, pintando, cociendo, cocinando, diseñando, tocando algún instrumento, cuidando la tierra, nos hemos preocupado por conocer nuestra historia y la riqueza de los ancestros, valorar la sabiduría de los niños en sus juegos, aprender artes y oficios y construir nuevas maneras de generar economías solidarias, un nuevo paradigma desafiante y sencillo.
A DANIEL SWANSON le dedicamos el día del octavo aniversario y decidimos que en adelante este recinto llevara su nombre, por qué además de ser nuestro fundador, también fue nuestro humilde guía, un entusiasta siervo encarnado en la realidad de quienes más sufren y menos tienen, comprometido con la misión de Dios y del pueblo, hermano y amigo, siempre sencillo y de buen humor.
No podemos dejar de agradecer a Dios el privilegio de haber caminado con su siervo y el privilegio de ahora caminar con su valiente esposa y su precioso tesoro, Jacob... Y de caminar con otros tantos más que se han contagiado de ésta bella locura de dar y servir.